“No Cometerás Adulterio”: El Séptimo Mandamiento y el
Propósito Sagrado del Matrimonio
1. Introducción: Mucho más que una prohibición moral
El mandamiento “No
cometerás adulterio” (Éxodo 20:14) — לֹא תִּנְאָף (lo tin'af) — no es simplemente
una regla ética externa ni una ley cultural antigua. Representa una defensa
directa del diseño eterno de Dios para la humanidad: el matrimonio como unión
de pacto y figura viva del plan divino de formar una familia espiritual
a Su imagen.
A lo largo de las Escrituras,
Dios no solo condena la traición matrimonial física, sino que equipara el
adulterio con la infidelidad espiritual, estableciendo un
paralelismo profundo entre la relación conyugal y el pacto entre Dios y Su
pueblo.
2. Análisis lingüístico del mandamiento
En hebreo, el verbo נָאַף (na’af) significa específicamente "cometer
adulterio", es decir, tener relaciones sexuales con la pareja de
otro. Es importante notar que esta raíz no se usa para describir la
fornicación general (relaciones entre solteros), sino una violación del
pacto matrimonial.
·
לֹא (lo): negación absoluta.
·
תִּנְאָף (tin'af): segunda persona del singular,
forma imperfecta — “no cometerás adulterio”.
Este mandamiento, por tanto, no
condena simplemente el acto sexual fuera del matrimonio, sino la
traición a un pacto de fidelidad y unidad que Dios considera sagrado y
representativo de Su propia relación con la humanidad.
3. El matrimonio en la Biblia Hebrea: Una unión espiritual,
no un rito ceremonial
Contrario a las prácticas
modernas, el matrimonio bíblico no dependía de una ceremonia religiosa
ni de la declaración de un ministro. Según los textos hebreos:
·
לָקַח אִשָּׁה (laqaj isháh) – “tomar
mujer” (Génesis 4:19)
·
הָיְתָה לְאִשָּׁה (vehayetá le’isháh) –
“y será por mujer” (Deuteronomio 24:1)
·
תִּהְיֶה לְאִשָּׁה (tihye le’isháh) –
“será para mujer” (Números 36:6)
Estas expresiones describen el
matrimonio como una decisión mutua y una responsabilidad asumida ante Dios, no
un rito. El acto sexual en el contexto de un compromiso de vida sellaba esa
unión, como se refleja en Éxodo 22:16–17.
4. El matrimonio como pacto (ברית - berit)
El matrimonio es descrito como un
pacto en Malaquías 2:14:
“Ella es tu compañera y la mujer de tu pacto.”
Dios no exige votos ceremoniales,
pero considera cualquier compromiso de fidelidad como un pacto sagrado ante Su
presencia. De ahí que romper ese pacto sin causa legítima sea
considerado una grave transgresión — incluso una violación del mandamiento que
prohíbe tomar Su nombre en vano si se juró fidelidad y luego se quebranta
(Éxodo 20:7; Mateo 5:34–37).
5. El propósito espiritual del matrimonio
El matrimonio fue creado desde el
principio como reflejo de la imagen de Dios (Génesis 1:27) y
como símbolo de Su plan familiar:
·
Dios
es una familia en formación: Padre e Hijo (Juan 1:18).
·
El
hombre y la mujer, al unirse y procrear, representan esa unidad.
·
Ser
“una sola carne” (Génesis 2:24) implica unidad física, emocional y
espiritual.
Por eso, el adulterio es
un atentado contra la imagen misma de Dios en la tierra, una traición
al reflejo que el matrimonio representa: fidelidad, amor, unidad, y vida.
6. Jesús profundiza el mandamiento
En Mateo 5:27–28,
Jesús lleva el mandamiento más allá del acto externo:
“...cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya
adulteró con ella en su corazón.”
Esto revela que el adulterio
comienza con el deseo, la intención, la codicia, y conecta
directamente con el décimo mandamiento sobre no codiciar.
Jesús también enseñó que el
matrimonio no debe romperse, citando Génesis:
“Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Mateo 19:6)
Aquí Jesús reafirma Génesis 2:24,
elevando el matrimonio de un asunto legal a un pacto espiritual.
7. El divorcio en el Antiguo Testamento: tolerado, no
aprobado
Dios permitió el divorcio en el
Antiguo Testamento (Deuteronomio 24:1–4), pero no lo aprobó como ideal.
Jesús lo aclaró:
“Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió
repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así.” (Mateo 19:8)
La dureza de corazón refleja la
incapacidad espiritual de vivir el amor divino. Antes de Cristo, los humanos no
tenían el Espíritu Santo para transformar su carácter.
8. El Nuevo Pacto: Amor fortalecido por el Espíritu
Con la venida de Cristo, el
Espíritu Santo fue dado a los creyentes (Juan 7:39). Y con Él vino el
fruto necesario para mantener el pacto de matrimonio (Gálatas 5:22–23):
·
Amor
(ἀγάπη),
·
Paciencia,
·
Bondad,
·
Fidelidad…
Ahora los creyentes no
tienen excusa para separarse o ser infieles. En 1 Corintios
7:10–11, Pablo ordena que los esposos creyentes no se separen,
y si lo hacen, que se reconcilien o permanezcan sin casar.
9. Matrimonio entre Creyentes: No hay lugar para la
Separación
: Pablo afirma la enseñanza de Jesús en 1 Corintios
7:10-11:
“A los casados les mando... que la mujer
no se separe del marido... y que el marido no se divorcie de su mujer”.
Cuando ambos
son creyentes, Pablo ordena la reconciliación o el celibato, nunca el divorcio
ni el nuevo matrimonio.
10. ¿Y si el cónyuge incrédulo abandona? (1 Corintios 7:15)
Pablo contempla el caso de un
creyente casado con un incrédulo:
“Pero si el infiel se aparta, apártese; que no está el
hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso…” (1 Co 7:15)
La expresión griega οὐ
δεδούλωται (ou dedoulōtai) significa “no está esclavizado”. Hay
libertad si el incrédulo rompe el pacto.
Dos posturas:
·
Opción
A: El creyente puede volver a
casarse, “en el Señor” (1 Co 7:39).
·
Opción
B: El creyente debe permanecer
solo, salvo que el cónyuge muera.
La interpretación más
pastoral y coherente con el contexto permite el nuevo matrimonio si la
ruptura fue definitiva e involuntaria.
11. El Adulterio como Traición Espiritual
La Biblia extiende el concepto de
adulterio a la idolatría y la traición espiritual:
·
Jeremías
3:9, 20 – Israel como esposa infiel.
·
Ezequiel
16 y 23 – lenguaje gráfico de traición
religiosa.
·
Santiago
4:4 – “¡Oh almas adúlteras!”
El matrimonio simboliza la
relación de pacto entre Dios y Su pueblo. Ser infiel al pacto
espiritual equivale a adulterio.
12. Dimensiones del Séptimo Mandamiento
Dimensión Aplicación
Literal No tener relaciones sexuales con
persona casada
Moral No desear, codiciar ni promover
la infidelidad
Espiritual Ser fiel a Dios, no mezclarse con
idolatrías ni filosofías corruptas
Profética El pueblo fiel es la Esposa virgen de
Cristo (2 Cor. 11:2)
Escatológica El
adulterio sin arrepentimiento lleva a la muerte segunda
13. Conclusión: Un Mandamiento que protege el Plan Eterno
de Dios
El Séptimo Mandamiento no es una
simple prohibición sexual. Es una afirmación profunda y vital:
·
A
favor de la fidelidad matrimonial.
·
En
defensa de la unidad divina reflejada en el matrimonio.
·
En
protección del plan de Dios para formar una familia eterna y santa.
Adulterar — en lo físico o en lo
espiritual — es fracturar la imagen divina, traicionar el pacto marital y desviarse del
propósito redentor de Dios.
Por eso, “No cometerás
adulterio” es una declaración que resguarda el corazón mismo del
propósito divino: formar una sola familia, en amor eterno, fidelidad y
unidad.
Bibliografía
- La Santa
Biblia, Nueva Versión Estándar Revisada (NRSV).
- Brown, F.,
Driver, S. R., y Briggs, C. A. El Léxico Hebreo e Inglés
Brown-Driver-Briggs. Hendrickson, 1996.
- · Bauer,
W., Arndt, W. F., Gingrich, F. W., y Danker, F. W. Un léxico griego-inglés
del Nuevo Testamento y otra literatura cristiana primitiva. 3.ª ed. University of Chicago Press,
2000.
- · Manual
de estilo de la SBL. Sociedad de Literatura Bíblica, 2014.
Apéndice:
Unión sexual y adhesión en la teología del pacto matrimonial
1. Introducción: La
teología plasmada de “una carne”
Génesis 2:24 establece una verdad
fundamental de la antropología bíblica y la teología del pacto:
“Por tanto, dejará el hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una carne.”
La frase “una carne” (אֶחָד בָּשָׂר) es tanto literal como simbólica. En el
contexto del hebreo bíblico, implica una unión física a través de la
intimidad sexual, pero también una unidad metafísica que une a dos personas
en una única entidad relacional, emocional y espiritual. El acto
matrimonial no es meramente biológico; es sacramental por naturaleza,
reflejando el misterio de la unión entre Cristo y Su Iglesia (Efesios 5:31–32).
2. La unión sexual
como adhesivo del pacto
La tradición teológica reconoce
que el placer sexual, el orgasmo, el clímax y la unión eyaculatoria cumplen un
propósito divinamente establecido: forjar y reforzar la entrega mutua y la
adhesión entre los esposos. Estos elementos no son accidentes evolutivos, sino
parte del diseño del Creador para hacer posible y deseable la permanencia
matrimonial.
De este modo, el sexo funciona
como un adhesivo divino que mantiene y profundiza el vínculo matrimonial con
cada acto de amor: - Reafirma la unidad. - Regenera el afecto. - Protege contra
la división.
Esto se alinea con la enseñanza
paulina: > “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo
la mujer con el marido” (1 Cor. 7:3, RVR).
3. La advertencia de
Pablo y la estrategia de Satanás: 1 Corintios 7:5
En una de las enseñanzas más
claras del Nuevo Testamento sobre la función del sexo dentro del pacto, el
apóstol Pablo escribe: > “No os neguéis el uno al otro, a no ser por
algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la
oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de
vuestra incontinencia.” (1 Cor. 7:5, RVR)
Este versículo funciona como
instrucción doctrinal y salvaguardia práctica: - La abstinencia sexual solo
se permite temporalmente y de común acuerdo. - Su propósito debe ser
espiritual (ayuno, oración), no punitivo ni manipulador. - La privación
prolongada invita a la tentación satánica y expone el matrimonio a una ruptura
espiritual.
Así, Pablo presenta la unidad
sexual como armadura dentro del matrimonio: fortaleciendo a ambos cónyuges
contra la tentación y la fragmentación.
4. Cristo y el ideal
matrimonial previo al diluvio
Jesucristo se refiere al
“principio” (ἀπ᾽ ἀρχῆς) en Mateo 19:4–6 para enfatizar el patrón
original de unión indisoluble, declarando: > “Desde el principio no fue
así” (Mateo 19:8).
Ese “principio” precede a la
concesión mosaica del divorcio. En la sociedad anterior al
diluvio, cuando los seres humanos vivían sin corrupción sistémica, era
impensable separarse de lo que se había unido por medio del gozo sexual, el
propósito compartido y la imagen divina. La separación sólo surgió cuando:
- El egoísmo humano distorsionó el amor - Los hombres se volvieron
negligentes o abusivos en el lecho matrimonial - Y Satanás explotó las
grietas dejadas por la falta de benevolencia conyugal (1 Cor. 7:3–5)
A medida que las familias se
fracturaron, la sociedad colapsó (Gén. 6:1–6; Lucas 17:27).
5. La imagen de Dios
y la ética sexual matrimonial
El vínculo matrimonial fue
diseñado para reflejar la unidad de la divinidad: - Unidad en la diversidad
- Gozo en la entrega mutua - Amor generativo que da lugar a la vida
El adulterio, el divorcio y la
negligencia—especialmente en el ámbito sexual—violan esa imagen. Por el
contrario, el amor sexual mutuo dentro del matrimonio sostiene esa imagen y
reafirma el pacto.
Abstenerse de esta unión sin
causa justa es rechazar el mismo medio de adhesión que Dios instituyó en el
Edén.
6. Conclusión
El
sexo no es opcional en el matrimonio; es esencial para la estructura del pacto.
Sirve como: - El cemento espiritual que hace realidad el “una sola carne”
- Un muro defensivo contra el tentador - Y un sacramento de
reafirmación diaria del amor
El
Séptimo Mandamiento, “No cometerás adulterio”, no solo prohíbe la traición; llama
a la pareja a una fidelidad diaria, incluida la fidelidad sexual, como reflejo
de la fidelidad de Dios con Su propia familia.
Referencias
La teología paulina del
matrimonio en Efesios 5:31–32 refleja la unión de “una sola carne” como
un misterio (μυστήριον) que evoca la unión divina entre Cristo y la Iglesia. Véase también
Craig S. Keener, Paul, Women & Wives: Marriage and Women’s Ministry in
the Letters of Paul (Baker Academic, 1992), pp. 61–65.
Gordon
J. Wenham, Genesis 1–15, Word Biblical Commentary Vol. 1 (Zondervan, 1987),
notas sobre Gén. 2:24.
David
Instone-Brewer, Divorce and Remarriage in the Bible (Eerdmans, 2002),
especialmente cap. 4 sobre ética pastoral paulina.
Philip
Payne, Man and Woman, One in Christ (Zondervan, 2009), explora la
mutualidad sexual en 1 Corintios 7.
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