El Ojo de la Aguja y la
Cuerda Desenrollada: Una Lección para el Rico
“Porque más fácil cosa es
entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el Reino de
Dios.”
(Lucas 18:25)
Este
pasaje pronunciado por Jesús ha sido objeto de muchos comentarios a lo largo de
los siglos. A primera vista, parece una hipérbole exagerada: ¿cómo podría un
camello —el animal más grande de la región— pasar por el diminuto ojo de una
aguja? Imposible. Así, muchos concluyen que Jesús simplemente quería transmitir
que es casi imposible que un rico entre en el Reino de Dios.
Pero ¿y si el mensaje es más
profundo, más simbólico, más práctico?
El contexto y el problema del
apego
Jesús
dijo estas palabras después de que un joven rico se acercó a Él buscando la
vida eterna, pero se fue triste cuando Jesús le pidió que vendiera todo lo que
tenía y lo siguiera. No se trataba simplemente de tener bienes, sino de la
incapacidad de desprenderse de ellos.
Jesús no condena la riqueza en
sí, sino el apego a ella, el amor desordenado que impide al
alma confiar plenamente en Dios.
El dicho rabínico y la
alternativa de la cuerda
En la
tradición judía, se usaba una frase similar: “meter un elefante por el ojo de
una aguja”, como símbolo de lo imposible. Pero algunos manuscritos e interpretaciones
antiguas sugieren que Jesús no dijo camello (kamelos), sino cuerda
(kamilos), una confusión posible en el griego por la similitud de las
palabras.
Aunque “cuerda” y “camello” son
diferentes, el mensaje adquiere un nuevo matiz si entendemos que
Jesús hablaba a pescadores y trabajadores acostumbrados a las redes, a las
fibras y al arte de enhebrar una aguja.
Una
cuerda gruesa no puede pasar por el ojo de una aguja. Pero si la desenrollamos,
si separamos hilo por hilo, entonces sí se puede pasar toda la cuerda,
con paciencia y dedicación.
La enseñanza: despojarse para
poder entrar
Así
también, un rico no puede entrar en el Reino de Dios mientras permanezca
“entrelazado” con sus posesiones, orgullo, poder y confianza en sí mismo. Pero
si se despoja, si se vuelve como un hilo suelto,
humilde, sencillo, dependiente de Dios, entonces sí puede pasar por el ojo de
la aguja —sí puede entrar al Reino.
Esta imagen armoniza con las
enseñanzas de Jesús:
“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de
ellos es el Reino de los Cielos.”
(Mateo 5:3)
El
pobre en espíritu es como ese hilo sencillo, ya separado de la cuerda del ego,
listo para enhebrarse en la obra de Dios.
El Reino no es para los cargados
El
camello, símbolo de carga, representa al que vive acumulando. El Reino no es
accesible mientras uno esté cargado de sí mismo. Pero todo cambia cuando el
alma se vacía.
La
salvación no es imposible para el rico, pero sí exige un milagro: una
transformación interior, un proceso de desenrollarse, de volverse humilde y
ligero como un hilo.
“Lo que es imposible para los hombres, es posible
para Dios.”
(Lucas 18:27)
Reflexión final
La
entrada al Reino de Dios no está cerrada para los ricos, pero sí lo está para
los ricos de espíritu, para los que no quieren soltar nada. El
que quiera entrar, debe aprender a desenredar su vida, a soltar
el exceso, a dejar que Dios lo convierta en hilo, para que pase por
donde parece imposible.
Tal vez no se trate de meter un camello por el ojo de una aguja… sino de que nos dejemos desenrollar por Dios, hilo por hilo, hasta que podamos ser usados en Su obra.
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