¿Y si dejarte tatuar también es parte del problema?
Mucho se ha dicho sobre si los tatuajes están
permitidos o prohibidos según la Biblia. Levítico 19:28 es el versículo más
citado: “Y no haréis rasguño por un muerto en vuestra carne, ni pondréis en
vosotros escritura de tatuaje. Yo soy YHWH”. Pero ¿qué pasaría si el verdadero
mensaje del texto no fuera simplemente “no te hagas tatuajes”, sino también “no
permitas que otros te marquen como propiedad o señal de obediencia”?
El verbo hebreo que
cambia todo: נָתַן (nathan)
En el texto original hebreo, el verbo usado dos
veces es “tittenu”, de la raíz נָתַן (nathan), que significa dar,
colocar, permitir, imponer. No se trata de una acción hecha necesariamente
por uno mismo, sino que también puede entenderse como permitir que algo sea
hecho sobre uno.
Esto cambia
mucho. El texto podría leerse así: > “No daréis [o permitiréis] cortadura
por una persona [néfesh] en vuestra carne, ni daréis [permitiréis] inscripción
de marca en vosotros.”
Una
reformulación literal alternativa sería: > “Y rasguño por una persona no te
dejarás hacer en vuestra carne, y marca de tatuaje no dejarás hacer en
vosotros. Yo, El Eterno.”
Así, no sólo
se condena el acto de tatuarse, sino también el hecho de dejar que alguien más
lo haga, especialmente si tiene un valor simbólico de lealtad, dolor, o
pertenencia ritual.
El problema del consentimiento
simbólico
En casi todos los casos, una persona no se hace
el tatuaje a sí misma. Requiere herramientas, precisión, y resistencia al
dolor. Se necesita otro ser humano, un tatuador. Por tanto, el acto de tatuarse
implica consentimiento y colaboración: alguien más imprime algo en tu
cuerpo con tu aprobación.
Si la marca
representa un nombre, un símbolo o una señal de obediencia a alguien, estamos
aceptando en nuestra piel una forma de identificación permanente que va
más allá de lo estético. Así como el anillo de matrimonio se puede quitar, el
tatuaje no.
Esto se alinea
con prácticas antiguas: - Esclavos eran marcados para indicar propiedad.
- Criminales eran tatuados como castigo público (especialmente en Roma).
- Soldados podían ser marcados con los símbolos del imperio. - Algunos devotos
se tatuaban los nombres de sus dioses.
Levítico 19:28,
entonces, estaría advirtiendo: no seas instrumento de rituales, ni permitas
que tu cuerpo se convierta en tablilla de otros.
El cuerpo como señal de pacto
La Biblia habla mucho sobre el cuerpo como templo
(1 Corintios 6:19-20), como sello espiritual (Efesios 1:13), y como instrumento
de justicia (Romanos 6:13).
También hay
advertencias contra dejarse marcar por otras entidades: - Apocalipsis
13:16-17 habla de la “marca de la bestia” impuesta sobre la mano o la
frente, como señal de obediencia a un sistema corrupto. - Apocalipsis 7:3
contrasta esto con los siervos de Dios, que reciben un sello en sus frentes.
El problema no
es sólo el símbolo exterior, sino el pacto que representa. ¿A quién
perteneces? ¿A quién das acceso para marcar tu identidad?
Tatuajes, cultura
pop y tergiversación histórica
Hoy en día, los tatuajes se promueven como actos de
libertad y autoexpresión. Se presentan como normales, universales y estéticos.
Pero esta visión está altamente influenciada por la cultura moderna y
muchas veces se apoya en mitos.
Un ejemplo
claro es la creencia popular de que los vikingos estaban tatuados. Se
han hecho series, videojuegos y arte en torno a esta idea. Pero lo cierto es: -
No hay evidencia arqueológica directa de tatuajes en restos vikingos. - El
único testimonio (Ibn Fadlan, siglo X) habla de los Rus, no directamente
de escandinavos, y podría referirse a pintura corporal ritual. - Los
diseños vikingos modernos son invenciones gráficas contemporáneas, no
reconstrucciones históricas.
Así, el
argumento “los antiguos también se tatuaban” es débil. Los tatuajes antiguos
estaban más ligados a esclavitud, guerra, rituales o castigos que a arte libre.
Entonces,
¿por qué importa?
Porque tu cuerpo es más
que piel: es lenguaje, es templo, es testimonio. Dejar que alguien más
te marque no es neutral. Es un acto cargado de consentimiento, pacto e
identidad. Y si ese símbolo apunta a un ser humano, una ideología, una moda o
una emoción pasajera, estás construyendo una narrativa de quién eres que puede
no alinearse con tu verdadera dignidad ante Dios.
Levítico 19:28 no es una ley cultural anticuada. Es
una advertencia espiritual para hoy: > “No te marques, y no dejes que nadie
te marque. Tu cuerpo ya tiene dueño. Yo soy YHWH.”
Reflexión final: ¿Qué estás permitiendo
que otros escriban en ti?
Por Roberto Caballero
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