Sunday, June 8, 2025

1. ¿Recogía diezmos la Iglesia Apostólica? 2. ¿Qué tipo de ofrendas recogía la iglesia Apostólica?

 


1. ¿Recogía diezmos la Iglesia Apostólica? Una mirada al Nuevo Testamento

Introducción

Una de las preguntas comunes entre los creyentes sinceros que desean honrar a Dios con sus recursos es: ¿debemos dar diezmos como lo hacían los israelitas bajo la Ley de Moisés? ¿La Iglesia Apostólica, guiada por el Espíritu Santo, practicaba el diezmo o enseñaba algo diferente? El Nuevo Testamento nos da una respuesta clara: la Iglesia primitiva no imponía el diezmo, sino que vivía bajo el principio del amor, la generosidad y la libertad en Cristo.


1. El diezmo bajo la Ley de Moisés

En el Antiguo Testamento, el diezmo era un mandato específico para Israel. Era parte del sistema levítico, destinado a sostener a los levitas, quienes no heredaban tierras y servían en el tabernáculo.

“Y he aquí, yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio...”
(Números 18:21)

Este sistema formaba parte de la ley ceremonial, que apuntaba al antiguo pacto y al templo físico. Pero con la venida de Cristo, el sacerdocio cambió (Hebreos 7:12), y el templo ya no es un edificio, sino la comunidad de creyentes en quienes mora el Espíritu Santo (1 Corintios 3:16).


2. Jesús menciona el diezmo, pero a los fariseos

Jesús menciona el diezmo solo en el contexto de los fariseos, quienes aún vivían bajo la ley:

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe.”
(Mateo 23:23)

Aquí, Jesús no está enseñando a sus discípulos a diezmar, sino corrigiendo la hipocresía de quienes practicaban la ley sin amar a Dios ni al prójimo.


3. La Iglesia Apostólica: comunión, no imposición

Tras la resurrección de Cristo y el derramamiento del Espíritu Santo, la comunidad cristiana vivió un modelo muy distinto. En vez de una imposición legal, practicaban la comunión voluntaria de bienes:

“Y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno.”
(Hechos 2:45)

“No había entre ellos ningún necesitado…”
(Hechos 4:34)

Esto no era comunismo forzado, sino el fruto del amor de Dios en los corazones transformados. Era una entrega voluntaria, guiada por la fe y el deseo de suplir las necesidades de los hermanos.

Incluso cuando un creyente decidió vender una propiedad, la entrega era libre:

“¿No te quedaba a ti, y vendida, no estaba en tu poder?”
(Hechos 5:4)


4. Las ofrendas en las cartas apostólicas

El apóstol Pablo no impuso un porcentaje, sino que enseñó a dar según lo que cada uno proponga en su corazón, sin presión:

“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
(2 Corintios 9:7)

También estableció una práctica ordenada:

“Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, almacenándolo, para cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.” (Aunque en este caso está hablando de granos o alimentos, al decir que se debería almacenar o guardar, confirmado por el lenguaje del siguiente versículo,  "Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a estos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén").

(1 Corintios 16:2)

Las ofrendas no eran para construir templos, ni para enriquecer a líderes, sino para ayudar a los hermanos necesitados, especialmente en Jerusalén, donde había persecución y escasez.


5. ¿Y qué del sustento a los obreros del evangelio?

Pablo reconoció el derecho de los ministros del evangelio a recibir sustento, comparándolo con los sacerdotes del templo:

“Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.”
(1 Corintios 9:14)

Sin embargo, él mismo renunció a ese derecho muchas veces para no ser tropiezo:

“No hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner obstáculo al evangelio de Cristo.”
(1 Corintios 9:12)

Esto demuestra que el ministerio en la Iglesia apostólica no era un negocio, sino un servicio, sostenido por la fe y el amor de los creyentes.


Conclusión

La Iglesia Apostólica no recogía diezmos como en el sistema levítico, sino que vivía bajo la gracia, la libertad y la comunión del Espíritu. Las ofrendas eran voluntarias, generosas, motivadas por el amor y dirigidas a suplir necesidades reales dentro del cuerpo de Cristo.

En lugar de preguntar “¿cuánto debo dar?”, el verdadero discípulo de Cristo pregunta:

“¿Cómo puedo amar a mis hermanos con lo que Dios me ha dado?”

 


2. ¿Qué tipo de ofrendas recogía la Iglesia Apostólica? Evidencia de ayudas materiales y alimentos

La Iglesia del Nuevo Testamento no implementó el sistema levítico del diezmo como obligación para sus miembros. En su lugar, encontramos un modelo de solidaridad fraternal y ayuda voluntaria hacia los necesitados, especialmente los creyentes en Jerusalén que sufrían pobreza y persecución. Un análisis detallado del contexto histórico, cultural y lingüístico revela que las ofrendas no consistían solamente en dinero, sino sobre todo en bienes materiales como granos, vino, aceite y otros alimentos no perecederos.


El contexto de la escasez en Jerusalén

La iglesia en Jerusalén enfrentaba circunstancias difíciles. Había sido duramente golpeada por la persecución (Hechos 8:1), y muchos creyentes habían perdido propiedades y medios de sustento:

"...aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis una herencia mejor" (Hebreos 10:34).

A esto se sumó una gran hambruna anunciada por el profeta Ágabo:

"Se levantó uno de ellos llamado Ágabo, que predecía por el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada... Entonces los discípulos determinaron enviar, cada uno conforme a lo que tuviera, socorro a los hermanos que habitaban en Judea" (Hechos 11:28-29).

Esta situación explica por qué Pablo organizó una recolecta entre las iglesias gentiles.


El caso de 1 Corintios 16:1-3

Pablo da instrucciones específicas a los creyentes de Corinto:

"Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros ponga aparte algo, guardándolo según haya prosperado, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a ellos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén" (1 Corintios 16:2-3).

La expresión griega "τις παρἑαυτῷ τιθέτω θησαυρίζων" ("cada uno ponga aparte junto a sí mismo, atesorando") indica una acción personal y privada en casa, no una colecta pública durante una reunión.

Además, la palabra usada para "ofrenda" no es "dinero" (chrēmata), sino "λογεία" (logeia), término que puede referirse a una recolecta voluntaria, especialmente de bienes.


La logística indica carga material, no solo dinero

Pablo no llevó él mismo las ofrendas, sino que propuso enviar varios hermanos aprobados por la congregación:

"Enviaré con cartas a quienes ustedes aprueben, para que lleven su ofrenda (charis) a Jerusalén" (1 Corintios 16:3).

Esta necesidad de múltiples emisarios tiene sentido si consideramos que lo transportado era carga material significativa: sacos de grano, ánforas de aceite, vino o frutos secos. ¡No se necesita una comitiva para llevar unas pocas monedas!

La ayuda se compara con un "servicio" (diakonía) en Romanos 15:25 y 2 Corintios 8:4, término que indica una acción práctica, tangible, de beneficio directo para los necesitados.


Una acción motivada por amor, no por ley

A diferencia del diezmo bajo la ley mosaica, estas ofrendas no eran impuestas ni obligatorias. Eran actos de gracia (charis), de generosidad espontánea según la prosperidad de cada uno.

"Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 9:7).


Conclusión

La evidencia interna y contextual del Nuevo Testamento indica que la iglesia apostólica no recogía diezmos obligatorios, sino que organizaba ofrendas voluntarias, muchas veces en forma de alimentos y bienes materiales, para ayudar a los hermanos en necesidad. Estas ofrendas eran almacenadas por cada miembro en su casa, y luego transportadas por varios emisarios, lo que confirma su carácter físico y práctico. Era una expresión de amor fraternal, no un requisito legal.

Este modelo nos invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de compartir y ayudar, no desde la imposición, sino desde el corazón guiado por el Espíritu de Dios.






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