¿Hubo una raza de gigantes en la época
de Noé antes del diluvio?
Una lectura desde el hebreo original
con referencias académicas
Introducción
El pasaje de Génesis 6 ha sido fuente de muchas
especulaciones a lo largo de la historia, en especial por la mención de
“gigantes” o nefilim y los “hijos de Dios” que tomaron esposas de las
“hijas de los hombres”. Para comprender el verdadero sentido de este relato, es
fundamental acudir al hebreo original y considerar el contexto amplio de los
primeros capítulos del Génesis.
Cabe destacar que la división por capítulos y
versículos fue incorporada muchos siglos después de la redacción original: los
capítulos en el año 1240 d.C. (por Stephen Langton), y los versículos en 1455
d.C. (Biblia de Gutenberg) para el Antiguo Testamento, y en 1551 d.C. por
Robert Estienne para el Nuevo Testamento [1].
La distinción entre las dos líneas genealógicas
Para entender Génesis 6 debemos volver a Génesis 4.
Allí se narra el nacimiento de Caín y Abel, quienes fueron posiblemente
gemelos. Más adelante, en Génesis 4:25, nace Set, llamado “sustituto” de Abel.
Su descendencia es la que aparece en Génesis 5, culminando en Enós, de quien se
dice que “entonces comenzó a invocarse el nombre de Jehová”. Esto sugiere que
sus descendientes fueron conocidos como “hijos de Dios”.
Esta interpretación ha sido defendida por
comentaristas como Gerhard von Rad, quien señala que los “hijos de Dios”
representan a los piadosos descendientes de Set, en contraste con los descendientes
de Caín [2].
El texto hebreo y el sentido de los nefilim
El término hebreo nefilim proviene de la
raíz n-f-l, que significa “caer”. Por tanto, su traducción literal es
“los caídos”. No significa necesariamente “gigantes”, como se popularizó a
través de la traducción griega de la Septuaginta (gigantes) y
posteriormente la Vulgata [3].
Algunos estudiosos, como Michael Heiser, han
argumentado que nefilim puede tener connotaciones sobrenaturales en
algunos contextos [4]. Sin embargo, desde una lectura estrictamente contextual
y basada en la narrativa de Génesis, “caídos” puede aludir a una caída
espiritual, como la apostasía de una línea justa.
Influencia mitológica y corrupción de la carne
La mitología griega recoge la memoria deformada de
estos hechos en la figura de los Titanes, hijos de dioses que convivieron con
mortales, dando origen a héroes poderosos. La idea de que estas tradiciones
podrían tener un eco distorsionado de una historia real ha sido propuesta por
autores como Alexander Hislop y Joseph Campbell [5].
El concepto de “corrupción de la carne” en Génesis
6:12 puede aludir no solo a violencia y guerras, sino también a perversiones
sexuales y prácticas antinaturales. Nahum Sarna sugiere que “toda carne” indica
un desorden moral universal que afectaba incluso al reino animal [6].
Querubines y percepciones mitológicas
Los querubines que Dios puso al oriente del Edén
(Génesis 3:24) tenían cuatro rostros (hombre, buey, león y águila) y múltiples
alas (cf. Ezequiel 1:10). Su apariencia extraordinaria pudo haber generado
interpretaciones mitológicas entre pueblos paganos. Esta posibilidad es
respaldada por estudios de iconografía mesopotámica, que muestran seres alados
compuestos como figuras de guardia en entradas sagradas [7].
La violencia y el aborto como causas del diluvio
Génesis 6:11-13 indica que la tierra estaba llena
de violencia y que toda carne había corrompido su camino. Esta expresión puede
entenderse como una referencia directa al aborto masivo. La corrupción de la
vida desde su concepción habría sido una de las causas más graves para que Dios
decidiera destruir a la humanidad con el diluvio.
Esto se refuerza en Génesis 9:6, cuya lectura literal en
hebreo puede traducirse como:
“El que derrame la sangre de la persona dentro del ser
humano, por el hombre su sangre será derramada, porque a imagen de Dios fue
hecho el hombre.”
Esta versión es una
inferencia desde la sintaxis hebrea que conecta “sangre” (dam) y “en el
hombre” (ba’adam), lo cual permite una interpretación ampliada de la
prohibición de derramamiento de sangre humana, incluyendo la fetal. Aunque no
es la lectura más común en exégesis académica, forma parte de una
interpretación teológica coherente desde una hermenéutica pro-vida.
Prácticas paganas posteriores, como los sacrificios
a Moloc (cf. Levítico 18:21), buscaron evitar el derramamiento de sangre
sacrificando niños mediante fuego. Esto podría haber sido una forma de evadir
la prohibición de Génesis 9:6, según se argumenta en estudios comparativos de
religiones antiguas [8].
Fructificad y multiplicaos
En Génesis 9:7 Dios repite su mandamiento:
“Fructificad y multiplicaos, rebosad en la tierra”. El hebreo sharatz
(pulular, rebosar) sugiere un movimiento vital. Esta palabra también se usa en
Éxodo 1:7 para describir la fecundidad de los israelitas en Egipto. La imagen
evoca una vitalidad masiva e incontrolable, lo que contrasta con la práctica
del aborto.
Conclusión
Lejos de ser un relato mitológico, Génesis 6
presenta una realidad moral y espiritual: la corrupción de la humanidad llevó a
su destrucción. Los “gigantes” eran hombres caídos, poderosos pero degenerados.
La violencia, el aborto y la mezcla antinatural de líneas y especies fueron
parte de esta corrupción.
El texto no sólo explica el pasado, sino que
también da advertencias para el presente: respetar la vida desde su inicio,
evitar la corrupción moral y buscar permanecer en la senda del Creador.
Referencias
[1] Metzger, B. M. (2001). The Bible in Translation: Ancient and
English Versions. Baker Academic. [2] Von Rad, G. (1972). Genesis: A
Commentary. Westminster John Knox Press. [3] Brenton, L. C. L.
(1851). The Septuagint
Version of the Old Testament.
Samuel Bagster and Sons. [4] Heiser, M. S. (2015). The Unseen Realm:
Recovering the Supernatural Worldview of the Bible. Lexham Press. [5]
Campbell, J. (1949). The Hero with a Thousand Faces. Princeton
University Press. [6] Sarna, N. M. (1989). Genesis (JPS Torah Commentary). Jewish Publication Society. [7] Black, J.,
& Green, A. (1992). Gods, Demons and Symbols of Ancient Mesopotamia.
University of Texas Press. [8] Smith, M. S. (2001). The Origins of Biblical
Monotheism. Oxford University Press.
Este artículo está
basado en un análisis del texto hebreo de Génesis y referencias académicas, y
tiene como fin profundizar en la comprensión de las Escrituras desde una
perspectiva fiel al original.
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