Wednesday, June 18, 2025

Diezmos cada tres días: cuando la burla profética se vuelve realidad

 

Diezmos cada tres días: cuando la burla profética se vuelve realidad

Una escena incómoda en el templo moderno: 

Un hombre bien vestido, con saco impecable, corbata ajustada y un reloj de lujo, sostiene una bolsa abierta. Frente a él, una viuda frágil, un huérfano descalzo, un campesino fatigado y un indígena silente depositan monedas. En el fondo, un púlpito y una cruz observan en silencio.

¿Acaso esta escena refleja el espíritu del diezmo según Dios?

Malaquías: el juicio a los líderes religiosos

 Malaquías 3:10 suele citarse como mandato incuestionable:

  “Traed todos los diezmos al alfolí…”

Pero el contexto lo cambia todo. El libro entero fue dirigido a los sacerdotes, no al pueblo. Desde el inicio, el tono es de juicio:

“Ahora pues, oh sacerdotes, para vosotros es este mandamiento…” (Mal. 2:1).

 El versículo 3:5 señala lo que realmente provocaba la ira divina:

“Seré pronto testigo contra... los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero…”

En otras palabras: cuando los pastores enriquecen sus ministerios exigiendo sacrificios de los más necesitados, el diezmo se convierte en opresión.

Amós 4: cuando el culto se vuelve sarcasmo

 El profeta Amós utiliza una sátira feroz contra los líderes religiosos de su tiempo:

“Id a Bet-el, y prevaricad… traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días.” (Amós 4:4)

No era una exhortación espiritual. Era una burla profética: “¡Sigan haciendo lo que más disfrutan! ¡Rituales vacíos y apariencias!”

En contraste, el verdadero diezmo —según Deuteronomio 14:28–29— se recolectaba cada tres años, no cada semana. Su propósito era alimentar a los levitas, huérfanos, viudas y extranjeros. No engordar templos ni sostener lujos religiosos.

El diseño septenal del diezmo: sabiduría olvidada

 Dios instituyó un sistema de justicia económico basado en ciclos de siete años:

·        Años 1, 2, 4 y 5: el diezmo era para que cada familia celebrara con gozo la Fiesta de los Tabernáculos.

·        Años 3 y 6: se recogía para levitas y necesitados.

·        Año 7 (sabático): la tierra descansaba. No se sembraba, no se diezmaba. Dios prometía bendecir con abundancia en el año 6 (Lev. 25:20–22).

Este modelo enseñaba gratitud, redistribución y dependencia en la provisión divina. Hoy, se promueve constancia ritual, carga semanal, y temor a la “maldición” si no se entrega el 10%.

¿Quién torció el propósito?

La religión sin justicia no es religión

 Santiago lo deja claro:

“La religión pura y sin mácula… es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas…” (Santiago 1:27)

No se trata de diezmar más. Se trata de amar mejor. De redistribuir. De cuidar al prójimo. De dejar que el Evangelio pese más que la tradición.

Epílogo: la mirada del hombre del saco

Volvamos a la escena. El hombre elegante observa las monedas cayendo en su bolsa. Silencioso. Tal vez avergonzado. Tal vez despertando.

Tal vez, sea tiempo de vaciar la bolsa… y sentarse con ellos.

 

 

 

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