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Miembros de la Familia de Dios Jesucristo el Hermano Mayor |
El Tetragrammatón y el Misterio Revelado de Dios como
Familia Divina
El nombre sagrado de Dios en las Escrituras hebreas,
conocido como el Tetragrammatón, está compuesto por las letras hebreas יהוה (Yod-He-Vav-He), cuya
suma en gematría es 26 (Yod = 10, He = 5, Vav = 6, He = 5). Pero más
allá del valor numérico total, hay una riqueza de significados espirituales
ocultos en la estructura misma del nombre divino.
Una observación clave es que dos letras se
repiten: la letra He (ה) aparece dos veces. Si momentáneamente hacemos a un
lado estas letras duplicadas y observamos solo las restantes (Yod = 10 y
Vav = 6), obtenemos 16, que al reducirse da 1 + 6 = 7.
Este simple ejercicio numérico contiene una verdad profunda:
·
El número 6 representa al hombre, formado
el sexto día de la creación (Génesis 1:26–31).
·
El número 1 representa al Dios Uno, el
origen de todo.
·
La suma da como resultado el 7, el número de la
perfección espiritual, de la plenitud y del reposo divino (Shabat).
Interpretación: Cuando el hombre
(6) se une con Dios (1), se alcanza el 7, la perfección
espiritual, la meta divina para la humanidad. Esto revela que el hombre
está contenido dentro del nombre de Dios y que el plan divino siempre fue
que el ser humano entrara en comunión plena con su Creador.
Además, la presencia de dos letras He (ה) podría
simbolizar a los dos seres divinos revelados en la Biblia: el Padre
y el Hijo. Ambos comparten la misma naturaleza divina y están unidos por
un mismo Espíritu. La letra He en hebreo tiene connotaciones de revelación,
aliento y vida, lo cual resuena con la función del Espíritu Santo como
energía y presencia de Dios que fluye entre el Padre, el Hijo y los creyentes.
Incluso al multiplicar el valor del nombre de
YHWH por dos (26 × 2 = 52) y reducir el resultado (5 + 2 = 7),
encontramos de nuevo el símbolo de la perfección espiritual. Esto revela
que la unidad de los dos seres divinos (Padre e Hijo), cada uno
representado por el nombre YHWH, apunta nuevamente al número 7, imagen
del reposo, la completitud y la comunión perfecta que Dios desea para su
creación.
Esta comprensión es imposible de alcanzar para
quienes están atrapados en estructuras doctrinales heredadas:
1. Los cristianos
trinitarios creen en una “Trinidad incomprensible”, compuesta
por tres personas coiguales y coeternas en una sola esencia. Esta definición,
derivada de la filosofía griega y no del lenguaje bíblico, oscurece la relación
real entre un Padre que engendra y un Hijo que es engendrado
(Hebreos 1:5).
2. Los cristianos
unicistas (modalistas) enseñan que Dios es una sola persona que se manifiesta
de diferentes formas, como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta idea niega la
relación literal entre el Padre y el Hijo y lleva a confusiones lógicas y
teológicas: ¿Cómo podía Jesús orar al Padre si eran la misma persona? ¿Cómo
podía decir: “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42)?
Ambos sistemas ignoran
lo que las Escrituras revelan claramente: que Dios es una familia.
Efesios 3:14–15 declara: “doblo mis rodillas ante el Padre… de quien toma
nombre toda familia en los cielos y en la tierra”. Y 1 Juan 1:3 afirma que
tenemos comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Romanos 8:14–17
dice que los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios y
coherederos con Cristo.
El Tetragrammatón, entonces, no solo es el nombre
sagrado de Dios, sino un código espiritual que revela: - La existencia de dos
personas divinas. - La inclusión del hombre en el plan divino. - El camino
hacia la perfección: de 6 a 7, de hombre a hijo de Dios.
Quienes se acercan al texto sagrado con fe, humildad
y sin filtros doctrinales humanos pueden ver que Dios está revelando su
naturaleza y su plan a través de letras, números y simbolismos, esperando
que su pueblo comprenda que fueron llamados a ser hijos e hijas en su
Familia eterna.
El Shemá y la Unidad Compuesta de Dios
El Shemá, hallado en Deuteronomio 6:4, dice: > שמע ישראל יהוה אלהינו יהוה אחד > Shema
Yisrael YHWH Eloheinu YHWH Echad > “Escucha, Israel: YHWH nuestro Dios,
YHWH uno es.”
Este versículo contiene 6 palabras (el
número del hombre) y 25 letras, cuya suma (2 + 5) da 7, el número
de la perfección espiritual. El mensaje oculto es claro: el hombre está llamado
a escuchar (shema) para ser transformado y alcanzar la plenitud divina.
El valor total del versículo en gematría es 1118.
Si sumamos sus dígitos: 1+1+1+8 = 11, y 1+1 = 2, vemos que la
“unidad” proclamada en el Shemá contiene implícitamente una dualidad
armónica: Padre e Hijo. La palabra final del versículo, “echad”
(uno), tiene valor 13 y denota unidad compuesta, como en Génesis
2:24 (*“una sola carne”“).
Además, el nombre de YHWH aparece dos veces
en el versículo. Su valor es 26, y 26 × 2 = 52, que al reducirse también
da 5 + 2 = 7. Esto vuelve a indicar que la unidad entre el Padre y el
Hijo (dos veces YHWH) resulta en perfección espiritual. Si sumamos
solo las otras cuatro palabras del Shemá (sin los dos nombres de YHWH),
obtenemos un total de 1066, que también se reduce a 13, igual que
“echad”. Todo el versículo apunta a una unidad divina compuesta que
contiene en sí misma la relación de dos seres divinos y su plan para
perfeccionar al ser humano.
El Shemá, lejos de ser una declaración de una
“unidad absoluta” como interpretan los unicistas, o una “esencia trina” como
sostienen los trinitarios, es una proclamación profunda de que el verdadero
Dios es una unidad familiar compuesta por dos seres, y que esa
unidad está destinada a incluir a la humanidad redimida.
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