Introducción
La mayoría de las religiones han intentado definir a Dios en términos
filosóficos, misteriosos o abstractos. Sin embargo, la Biblia revela a Dios de
forma mucho más relacional, cercana y comprensible: como una Familia. Desde el
principio hasta el fin, las Escrituras muestran que Dios es amor, y ese amor se
manifiesta en Su deseo de ampliar Su Familia a través de la creación y
redención del ser humano.
1. ¿Quién es
Dios?
Dios
es una Familia
En Génesis
1:26 leemos: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza..." La pluralidad aquí no es un accidente. Dios no es una
soledad absoluta, sino una unidad de relación. Juan 1:1-3 confirma que en el
principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.
Dos seres divinos actuando en conjunto: el Padre y el Verbo, que luego se hizo
carne (Juan 1:14) como Jesucristo.
Naturaleza
de Dios
·
Dios es amor (1 Juan 4:8)
·
Dios es Santo (Isaías 6:3)
·
Dios es Justo (Deuteronomio 32:4)
·
Dios es Misericordioso (Éxodo 34:6)
·
Dios es Omnisciente (Salmo 139:1-6)
Estos
atributos no son cualidades independientes, sino expresiones de Su esencia como
Ser familiar y relacional.
2. La
Creación del Hombre: Reflejo de Dios
Dios creó al
ser humano a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27), no solo físicamente, sino
con la capacidad de amar, razonar, y tener comunión espiritual. Adán fue hecho "hijo
de Dios" (Lucas 3:38), lo cual muestra la intención divina de formar
una familia.
3. El Plan
de Dios: Ampliar Su Familia
Dios no solo
quiere seres humanos obedientes, sino hijos e hijas nacidos de Él. Efesios
1:4-5 dice que fuimos predestinados para ser adoptados como hijos por medio de
Jesucristo. Romanos 8:29 lo llama "el Primogénito entre muchos
hermanos".
4.
Jesucristo: El Verbo hecho Hijo
El Verbo
eterno se encarnó (Juan 1:14), vivió sin pecado y resucitó, siendo declarado
Hijo de Dios con poder (Romanos 1:4). No solo es nuestro Salvador, sino también
nuestro Hermano Mayor (Hebreos 2:11-12), y como el Hijo primogénito, abrió el
camino para que nosotros también seamos hijos de Dios.
5. El
Espíritu Santo: La Energía Divina que Engendra
Dios nos
engendra espiritualmente por medio de Su Espíritu (Juan 3:5-6). No es una
tercera persona, sino el poder de Dios (Hechos 1:8), su energía activa,
mediante la cual nos transforma (Tito 3:5) y nos da acceso a Su mente,
sentimientos y propósito (1 Corintios 2:11-12).
6. El Nuevo
Nacimiento: Hacia la Composición Espiritual
Actualmente
estamos siendo formados como hijos espirituales, pero el nacimiento completo se
dará en la resurrección. 1 Corintios 15:52 dice que seremos transformados en un
abrir y cerrar de ojos. Romanos 8:23 habla de la redención de nuestro cuerpo.
Entonces seremos verdaderamente parte de la Familia divina, con composición
espiritual e inmortalidad (1 Juan 3:2).
Conclusión:
El Propósito Eterno del Dios-Familia
Dios está
creando una Familia inmortal basada en el amor, la justicia y la santidad.
Jesucristo es el modelo perfecto del Hijo. Nosotros estamos siendo moldeados a
esa imagen. Este proceso implica fe, obediencia, transformación espiritual y,
finalmente, glorificación.
“Y yo
seré su Dios, y ellos serán mis hijos.” — Apocalipsis 21:7
Nota
adicional: La Naturaleza del Espíritu Santo
Una
reflexión más profunda sobre el Espíritu Santo revela que, lejos de ser una
persona distinta dentro de una "trinidad", las Escrituras lo
presentan como la energía o poder activo de Dios. En hebreo, la palabra "Ruach"
(espíritu) es un sustantivo femenino, y cuando se le atribuye
acción en el texto, el verbo que la acompaña suele estar conjugado en
forma femenina (por ejemplo, Génesis 1:2). Este detalle gramatical
contradice la idea de una persona masculina como el Espíritu Santo.
Por otro
lado, en griego, el término utilizado es "pneuma", que es un
sustantivo neutro y se acompaña del artículo neutro "to".
En muchos pasajes, el Espíritu es mencionado sin artículo definido o
indefinido, como en Hechos 2:4, lo que resalta aún más su naturaleza impersonal.
Este uso neutro e inarticulado sugiere una fuerza activa más
que una identidad personal.
Además, se
dice que el Espíritu puede ser apagado ("No apaguéis
el Espíritu", 1 Tesalonicenses 5:19), lo cual es difícil de aplicar a
una persona, pero coherente si se entiende como una fuerza o influencia divina.
También se afirma que el Espíritu se une a nuestro espíritu
(Romanos 8:16), testificando que somos hijos de Dios. Esto refuerza la idea de
una conexión espiritual dinámica y viva entre Dios y el ser humano, más que una
interacción entre personas separadas.
Todo esto
apunta a una comprensión más bíblica y coherente: el Espíritu Santo es la presencia
activa de Dios, Su poder que transforma, guía, consuela y engendra en
nosotros una nueva naturaleza, preparándonos para nacer como hijos espirituales
en Su familia eterna.
Nota exegética sobre el lenguaje simbólico del Espíritu Santo
Un análisis del texto griego de Juan 1:32 y Hechos 2:3 revela el uso consistente del adverbio "hōs" (ὡς, Strong G5613), que significa "como" o "a manera de", indicando una comparación simbólica, no literal.
·
En Juan 1:32, Juan el Bautista declara:
En griego: εἶδον τὸ πνεῦμα καταβαῖνον ὡσεὶ περιστερὰν
o El verbo καταβαῖνον es un participio
presente, neutro singular (coincidiendo con πνεῦμα, neutro), lo cual refuerza que el Espíritu
no se presenta como una persona masculina, sino como una acción o
manifestación visible.
o
El adverbio ὡσεὶ ("como si
fuera") implica que Juan vio el movimiento del Espíritu
descendiendo como el vuelo suave de una paloma, no que el Espíritu
tomara la forma corporal de una paloma literal.
·
En Hechos 2:3, durante Pentecostés:
"Y se
les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos."
o De nuevo aparece ὡσεὶ, indicando que las
lenguas no eran literalmente fuego, sino que la manifestación
tenía una apariencia semejante.
o Esta comparación apunta al carácter simbólico y poderoso de la
manifestación espiritual, sin personificar al Espíritu como tal.
Estos pasajes muestran cómo el Espíritu Santo se manifiesta visiblemente de formas simbólicas, sin atribuirle corporalidad ni personalidad independiente. La gramática y el estilo usados en el texto griego refuerzan la idea de que el Espíritu es una fuerza divina, activa y visible, pero no una "persona" en el sentido humano o trinitario clásico.
Reflexión Final
Jesús
vivió una vida común y discreta antes de su manifestación como el Mesías, incluso ante los ojos de su propio primo
y profeta de Dios.
Jesús y Juan: Conocimiento humano y revelación espiritual
En Juan 1:31, Juan el
Bautista declara:
"Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto
vine yo bautizando con agua."
Esto puede parecer contradictorio,
considerando que Juan y Jesús eran parientes (Lucas 1:36 menciona que sus
madres eran parientes). Pero el texto se aclara cuando lo entendemos así:
- Juan sí conocía a Jesús como familiar,
como hombre, como el hijo de María, carpintero (o constructor, tekton)
de Nazaret, y hermano mayor de otros (Marcos 6:3).
- Sin embargo, Juan no lo conocía como
el Ungido (Mesías) hasta el momento en que lo vio venir al
bautismo y recibió confirmación divina a través de la señal del
Espíritu descendiendo como paloma (Juan 1:33-34).
Esto lo explica también Mateo 3:14, donde
Juan reconoce algo especial en Jesús, probablemente por su vida justa e
íntegra:
"Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?"
Aquí vemos que Juan, siendo un profeta
lleno del Espíritu desde el vientre (Lucas 1:15), percibía la rectitud
de Jesús, pero aún no había recibido la revelación profética completa
de que él era el Hijo de Dios. Esto ocurre en el bautismo, cuando Dios lo
confirma con una señal visible (Juan 1:33).
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comenta si este mensaje te inspira a profundizar en tu relación con Dios y a
aceptar el llamado a formar parte de Su gran familia.
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