Sunday, May 11, 2025

La Revelación de Dios: Una Familia en Expansión

 

Introducción

La mayoría de las religiones han intentado definir a Dios en términos filosóficos, misteriosos o abstractos. Sin embargo, la Biblia revela a Dios de forma mucho más relacional, cercana y comprensible: como una Familia. Desde el principio hasta el fin, las Escrituras muestran que Dios es amor, y ese amor se manifiesta en Su deseo de ampliar Su Familia a través de la creación y redención del ser humano.


1. ¿Quién es Dios?

Dios es una Familia

En Génesis 1:26 leemos: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza..." La pluralidad aquí no es un accidente. Dios no es una soledad absoluta, sino una unidad de relación. Juan 1:1-3 confirma que en el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Dos seres divinos actuando en conjunto: el Padre y el Verbo, que luego se hizo carne (Juan 1:14) como Jesucristo.

Naturaleza de Dios

·        Dios es amor (1 Juan 4:8)

·        Dios es Santo (Isaías 6:3)

·        Dios es Justo (Deuteronomio 32:4)

·        Dios es Misericordioso (Éxodo 34:6)

·        Dios es Omnisciente (Salmo 139:1-6)

Estos atributos no son cualidades independientes, sino expresiones de Su esencia como Ser familiar y relacional.


2. La Creación del Hombre: Reflejo de Dios

Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27), no solo físicamente, sino con la capacidad de amar, razonar, y tener comunión espiritual. Adán fue hecho "hijo de Dios" (Lucas 3:38), lo cual muestra la intención divina de formar una familia.


3. El Plan de Dios: Ampliar Su Familia

Dios no solo quiere seres humanos obedientes, sino hijos e hijas nacidos de Él. Efesios 1:4-5 dice que fuimos predestinados para ser adoptados como hijos por medio de Jesucristo. Romanos 8:29 lo llama "el Primogénito entre muchos hermanos".


4. Jesucristo: El Verbo hecho Hijo

El Verbo eterno se encarnó (Juan 1:14), vivió sin pecado y resucitó, siendo declarado Hijo de Dios con poder (Romanos 1:4). No solo es nuestro Salvador, sino también nuestro Hermano Mayor (Hebreos 2:11-12), y como el Hijo primogénito, abrió el camino para que nosotros también seamos hijos de Dios.


5. El Espíritu Santo: La Energía Divina que Engendra

Dios nos engendra espiritualmente por medio de Su Espíritu (Juan 3:5-6). No es una tercera persona, sino el poder de Dios (Hechos 1:8), su energía activa, mediante la cual nos transforma (Tito 3:5) y nos da acceso a Su mente, sentimientos y propósito (1 Corintios 2:11-12).


6. El Nuevo Nacimiento: Hacia la Composición Espiritual

Actualmente estamos siendo formados como hijos espirituales, pero el nacimiento completo se dará en la resurrección. 1 Corintios 15:52 dice que seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos. Romanos 8:23 habla de la redención de nuestro cuerpo. Entonces seremos verdaderamente parte de la Familia divina, con composición espiritual e inmortalidad (1 Juan 3:2).


Conclusión: El Propósito Eterno del Dios-Familia

Dios está creando una Familia inmortal basada en el amor, la justicia y la santidad. Jesucristo es el modelo perfecto del Hijo. Nosotros estamos siendo moldeados a esa imagen. Este proceso implica fe, obediencia, transformación espiritual y, finalmente, glorificación.

“Y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos.” — Apocalipsis 21:7


Nota adicional: La Naturaleza del Espíritu Santo

Una reflexión más profunda sobre el Espíritu Santo revela que, lejos de ser una persona distinta dentro de una "trinidad", las Escrituras lo presentan como la energía o poder activo de Dios. En hebreo, la palabra "Ruach" (espíritu) es un sustantivo femenino, y cuando se le atribuye acción en el texto, el verbo que la acompaña suele estar conjugado en forma femenina (por ejemplo, Génesis 1:2). Este detalle gramatical contradice la idea de una persona masculina como el Espíritu Santo.

Por otro lado, en griego, el término utilizado es "pneuma", que es un sustantivo neutro y se acompaña del artículo neutro "to". En muchos pasajes, el Espíritu es mencionado sin artículo definido o indefinido, como en Hechos 2:4, lo que resalta aún más su naturaleza impersonal. Este uso neutro e inarticulado sugiere una fuerza activa más que una identidad personal.

Además, se dice que el Espíritu puede ser apagado ("No apaguéis el Espíritu", 1 Tesalonicenses 5:19), lo cual es difícil de aplicar a una persona, pero coherente si se entiende como una fuerza o influencia divina. También se afirma que el Espíritu se une a nuestro espíritu (Romanos 8:16), testificando que somos hijos de Dios. Esto refuerza la idea de una conexión espiritual dinámica y viva entre Dios y el ser humano, más que una interacción entre personas separadas.

Todo esto apunta a una comprensión más bíblica y coherente: el Espíritu Santo es la presencia activa de Dios, Su poder que transforma, guía, consuela y engendra en nosotros una nueva naturaleza, preparándonos para nacer como hijos espirituales en Su familia eterna.

Nota exegética sobre el lenguaje simbólico del Espíritu Santo

Un análisis del texto griego de Juan 1:32 y Hechos 2:3 revela el uso consistente del adverbio "hōs" (ὡς, Strong G5613), que significa "como" o "a manera de", indicando una comparación simbólica, no literal.

·         En Juan 1:32, Juan el Bautista declara:

"He visto al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él."
En griego: εἶδον τὸ πνεῦμα καταβαῖνον ὡσεὶ περιστερὰν

o  El verbo καταβαῖνον es un participio presente, neutro singular (coincidiendo con πνεῦμα, neutro), lo cual refuerza que el Espíritu no se presenta como una persona masculina, sino como una acción o manifestación visible.

o        El adverbio ὡσεὶ ("como si fuera") implica que Juan vio el movimiento del Espíritu descendiendo como el vuelo suave de una paloma, no que el Espíritu tomara la forma corporal de una paloma literal.

 

·         En Hechos 2:3, durante Pentecostés:

"Y se les aparecieron lenguas repartidas como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos."

o  De nuevo aparece ὡσεὶ, indicando que las lenguas no eran literalmente fuego, sino que la manifestación tenía una apariencia semejante.

o     Esta comparación apunta al carácter simbólico y poderoso de la manifestación espiritual, sin personificar al Espíritu como tal.

Estos pasajes muestran cómo el Espíritu Santo se manifiesta visiblemente de formas simbólicas, sin atribuirle corporalidad ni personalidad independiente. La gramática y el estilo usados en el texto griego refuerzan la idea de que el Espíritu es una fuerza divina, activa y visible, pero no una "persona" en el sentido humano o trinitario clásico.


 

Reflexión Final

Jesús vivió una vida común y discreta antes de su manifestación como el Mesías, incluso ante los ojos de su propio primo y profeta de Dios.

Jesús y Juan: Conocimiento humano y revelación espiritual

En Juan 1:31, Juan el Bautista declara:

"Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua."

Esto puede parecer contradictorio, considerando que Juan y Jesús eran parientes (Lucas 1:36 menciona que sus madres eran parientes). Pero el texto se aclara cuando lo entendemos así:

  • Juan sí conocía a Jesús como familiar, como hombre, como el hijo de María, carpintero (o constructor, tekton) de Nazaret, y hermano mayor de otros (Marcos 6:3).
  • Sin embargo, Juan no lo conocía como el Ungido (Mesías) hasta el momento en que lo vio venir al bautismo y recibió confirmación divina a través de la señal del Espíritu descendiendo como paloma (Juan 1:33-34).

Esto lo explica también Mateo 3:14, donde Juan reconoce algo especial en Jesús, probablemente por su vida justa e íntegra:

"Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?"

Aquí vemos que Juan, siendo un profeta lleno del Espíritu desde el vientre (Lucas 1:15), percibía la rectitud de Jesús, pero aún no había recibido la revelación profética completa de que él era el Hijo de Dios. Esto ocurre en el bautismo, cuando Dios lo confirma con una señal visible (Juan 1:33).

Conclusión:
Jesús fue plenamente humano y vivió entre los suyos sin exhibir señales sobrenaturales o pretensiones mesiánicas antes de su tiempo. Esto resalta su humildad y el hecho de que su manifestación como el Cristo vino por revelación del Padre, no por fama ni espectáculo. Es una lección profunda sobre cómo Dios actúa: en lo escondido, lo justo y lo verdadero.


Comparte y comenta si este mensaje te inspira a profundizar en tu relación con Dios y a aceptar el llamado a formar parte de Su gran familia.

 

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